sábado, 28 de marzo de 2009

HOMILIA . V DOMINGO DE CUARESMA. 29-03-2009

DOMINGO V DE CUARESMA 29-03-2009
El Hijo del Hombre tiene que se elevado. Los creyentes identificamos al “Hijo del Hombre” con Jesús de Nazaret. Hacia Él se dirigen nuestras miradas, contemplando en Él, el gran misterio: El amor de Dios hacia la humanidad y la incomprensión por parte del hombre de este Dios que se da.
En este domingo cercano a la pasión de nuestro Señor Jesucristo, como aquellos gentiles de los que nos habla hoy el evangelio según san Juan, podríamos acercarnos a los apóstoles con la misma petición: Queremos ver a Jesús. Y Él también se nos mostrará y seguramente nos recordará la necesidad de renuncia que nos hace falta para llenar al mundo de vida. Es la gran paradoja del hombre y de la misma vida: Estar dispuestos a morir para florecer en vida nueva.
Qué profunda es la imagen del grano de trigo!. San Pablo la empleará para hablar de resurrección, Jesús nos habla de “dar fruto”. Si el grano no cae en la tierra y muere, permanece infecundo. Nosotros podríamos añadir o si no se deja triturar en el molino haciéndose harina y luego pan cocido (imagen utilizada por los santos Padres) ¿De qué habría servido?
El avaro que sólo amontona es el hombre más pobre, sólo tiene cosas o la cosas le tienen a él. Sólo el que se da, el que se entrega es libre y siembra el fruto de la amistad y de la vida.
Aquí está la gloria de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo en el darse y en su gran lección a toda la humanidad: Amad como Dios os ama.
Aunque a primera vista parece un mensaje muy exigente, el hombre puede hacer la experiencia de la profundidad que hay en este mensaje evangélico, en el interior del hombre hay una inclinación que le empuja a la sinceridad, a buscar lo recto. A darse cuenta de que toda vida implica un intercambio, un dar y recibir y para ello es necesario “renunciar”. El hombre soberbio él que está lleno de “sí mismo” sin dar cabida al otro, no puede sembrar vida.
Podríamos hacer la experiencia de meditar sobre nuestra vida, cada uno sobre su propia experiencia y preguntarse ¿Dónde me han llevado mis intransigencias? ¿Me han ayudado a la comprensión, a la alegría y a la vida de amistad?
Uno de estos domingos hablábamos de la obediencia (escuchar con atención) sólo escuchando con atención la voz de Dios en nuestro interior o en la Palabra proclamada, podremos ser obedientes, es decir poner en obra la voluntad del que nos ama, en nuestro caso la voluntad de Dios que consiste en que demos fruto, y que este fruto permanezca, cual es la vida eterna.
Cristo así lo hizo, nos recuerda la carta a los Hebreos “ Cristo presento oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado”, sí fue escucha, porque, aunque muere en la cruz y sepultado, como el grano de trigo, Dios lo llena de vida, su humanidad es glorificada, es decir, en ella se manifiesta lo que realmente es, no lo que parecía. Aquella humanidad de Jesús como la nuestra, menos en el pecado, estaba llena de Dios y es la esperanza para toda la humanidad, para todo hombre o mujer, que como él asuma su humanidad, con todos los achaques, con todas la incomprensiones y en comunión con Dios y con la creación toda se acepte con humildad su realidad.
Estamos llamados a la vida, pero el camino para poseerla plenamente es un camino de pasión, de entrega, de amor a Dios y a los hermanos.


P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

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