martes, 28 de abril de 2009

HOMILIA

22 abril
Homilía. Día 26 de abril 2009.

III DOMINGO DE PASCUA

“Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.” También a nosotros nos hace falta que el Señor “nos abra el entendimiento”, para caer en la cuenta de lo que llevamos entre manos. Y si comprendemos que lo que llevamos entre manos no cumple la medida del hombre “nuevo”, reconocerlo humildemente, sí reconocer nuestros fallos y ponernos de nuevo a trabajar para conseguir un mundo mejor, una relaciones humanas más sinceras y auténticas, arrepentirnos del mal que hayamos hecho, aunque de ello no fuéramos concientes, cuando lo hicimos, si es malo, lo es, por muy buena intención que pusiéramos en realizarlo. No habrá culpa subjetiva, pero si hemos hecho el mal, no podemos justificarlo con nuestra buena voluntad.
Puede que muchas veces ignoremos la trascendencia de nuestros actos. San Pedro se lo recuerda a los reunidos el día de Pentecostés. “Rechazasteis al Justo… pero Dios lo resucitó, bien se que lo hicisteis por ignorancia”.
San Pablo en su carta a los Romanos también reconoce que, aún conociendo la Ley y el bien, no siempre lo hace. Se encuentra el mal entre sus manos ¿Quién me librará de este cuerpo de pecado?. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, reconoce humildemente Pablo.
Hay que arrepentirse, hay que convertirse, aunque el mal se haya hecho desde la ignorancia, o desde la debilidad.
San Juan, nos recuerda hoy, “si alguno peca, tenemos un abogado que intercede ante el Padre, Jesucristo, el Justo. El mismo que nos dice san Pedro que por ignorancia hemos rechazado.
Necesitamos que nos abra el entendimiento para comprender todo su mensaje de Vida. Su entrega hasta la muerte y muerte de cruz. Entrega para que nosotros, la humanidad entera, tengamos vida en abundancia. Desde esta experiencia del resucitado en nuestras vidas, ya sea en la comunidad reunida, o en el camino de la vida, nos sentimos empujados a predicar el perdón de los pecados en su nombre. La plenitud de la alegría cristiana al sabernos reconciliados, amados por Dios y los hermanos.
Señor Jesús, explícanos las Escrituras, también a nosotros que caminamos en este mundo de internet, un mundo globalizado, un mundo que a veces se nos presenta tan inhumano, pero que un puñado de buenas personas creyentes en Jesús de Nazaret, el Cristo, nos vemos empujados, en su nombre, a transformarlo.
Nos acompañan otros hombres y mujeres de buena voluntad, de otras religiones o no, pero que como Jesús, han optado por el hombre concreto a quien hay que ofrecerle, y hacerle posible una vida digna.
Señor explícanos las Escrituras, abre nuestra inteligencia y nuestra voluntad, danos fuerza para seguir tus pasos, a entregarnos como tú te entregaste. Envíanos tu Espíritu, que transforme nuestros corazones a fin de que con palabras y obras testifiquemos de tu gran amor a cada hombre y mujer, para que descubramos, cada uno, el significado de una vida entregada, para fructificar en nuevas vidas.
Escúchanos, Señor, cuando te invocamos, tú que en el aprieto nos diste anchura, ten piedad de nuestra debilidad, protégenos en la adversidad. Danos fuerza para testificar, en un mundo adverso, tu gran amor y la plenitud de vida que quieres para todo ser humano.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

HOMILIA

17 abril
HOMILIA . II DOMINGO DE PASCUA. 19 DE ABRIL 2009
II DOMINGO DE PASCUA C.B

Celebramos la muerte y resurrección de Cristo. Ambos acontecimientos pertenecen a la historia de la humanidad, pero así como la muerte en cruz estaba patente ante la multitud, de la resurrección no tenemos ningún testigo humano directo, pero la noticia corrió “como un reguero de pólvora” y su explosión ha llegado hasta nosotros.
El Resucitado se hace presente, se “aparece” a los discípulos y lo pueden “ver”. Así desde aquella mañana, el primer día de la semana, empezó una nueva relación en aquella comunidad de seguidores de Jesús. Ella misma se convirtió en un signo de la presencia del Resucitado en el mundo. Ella misma con sus palabras y con hechos daba testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor.
Del costado de Cristo brolla agua y sangre, de él nace la Iglesia, la comunión de todos los creyentes, de aquellos que hemos sido purificados por el agua y el Espíritu en el bautismo y alimentado con su sangre, con su vida, en la eucaristía.
La Iglesia de la que formamos parte nosotros y que de una manera especial nos reunimos “el primer día de la semana”, el domingo, puede que a veces también con nuestros miedos, con nuestros cansancios, con la incomprensión del mundo que nos rodea. Y en este nuestro encuentro, en nuestra reunión se hace presente el Señor, recordándonos su mandato: Como el Padre me envió os envío yo, al mundo entero y nos da su Espíritu para que perdonemos los pecados, para que seamos en la sociedad hombres reconciliados y reconciliadores.
La eucaristía es el signo de la vida misma de Jesús, el Cristo, y de sus actitudes. En ella resuena, o debería resonar en nuestro corazón la última Cena, su entrega total: “Habéis visto lo que he hecho con vosotros, haced también lo mismo”. El Maestro a los pies de los discípulos, él no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida. “Como yo os he amado, amaos vosotros unos a otros”.
Una vez más quiero recordar aquellas reflexiones de un obispo francés que escribió en un libro titulado “Iglesia que no sirve, no sirve para nada”, para esto estamos también los cristianos en el mundo para servir. “A Dios y a usted” se nos enseñaba a decir en nuestra infancia.
Como te llamas?
Miguel B.N. para servir a Dios y a usted.
Estas cosas ya no se enseñan, pero lo peor es que se viven poco.
Los que vamos entrando en años nos podríamos preguntar ¿Qué preferimos servir o ser servidos? En la respuesta de cada uno se reflejará que sintonía tenemos con Cristo. El dijo con toda claridad. “He venido para servir y no para ser servido”
Seamos servidores y dejémonos servir, pero ¡cuidado si sólo queremos ser servidos.!

P. Miquel Bonet Nicolau

sábado, 4 de abril de 2009

DOMINGO DE RAMOS

DOMINGO DE RAMOS
Con el llamado domingo de ramos iniciamos la semana santa, la gran semana cristiana en la que los cristianos celebramos la entrega de Cristo, para vida nuestra.
Son unos días en los que la memoria histórica es celebrada de una manera “especial”. Es tiempo de reflexión, de vivenciar las grandes etapas en las que Dios se ha manifestado como liberador de la humanidad, en aquellos hechos simbólicos de la liberación de la esclavitud y de la raíz de toda esclavitud que es el pecado, Dios en Cristo a reconciliado consigo a toda la humanidad, Dios a dicho un sí definitiva a la vida del hombre, ahora está en manos de los hombres aceptar desde la fe, esta vida divina ofrecida por Dios en Cristo Jesús.
La fe cristiana no puede consistir en mirar las cosas desde fuera, sino mas bien adentrarse en ellas, no somos espectadores del drama de la humanidad, sino actores, comprometidos en esta fe de la iglesia que se fundamenta en la pasión, muerte, (sepultura) y resurrección de Cristo.
La nuestra es una fe transmitida y aceptada, una fe renovada, personalizada y a la vez de toda la comunidad que aclama a Jesús como Señor y Salvador.
El pasado domingo oíamos aquellas palabras de Jesús: “ si el grano de trigo no cae en el surco y muere, permanece sólo, e infecundo”. Sólo desde la muerte se inicia una nueva vida, y así lo celebramos en la muerte y resurrección de Jesucristo. Él es el hombre nuevo y el que nos da la posibilidad que unidos a Él en la muerte, también lo estaremos por la fe en su resurrección. “Si con él morimos viviremos con él, si con él sufrimos reinaremos con él…”
El himno dirigido a Cristo que nos ha conservado el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses, se introduce con estas palabras: “Tened los mismo sentimientos de Cristo”
Cada uno tiene sus sentimientos, pero podemos empalizar, intentar ponernos en los sentimientos de los demás, si nos los manifiesta. Al estilo de Cristo, el cristiano es invitado a “darse como Cristo se da”.

P. Miguel Bonet Nicolau C.R.