sábado, 6 de junio de 2009

Homilía. / de junio 2009.

SANTÍSIMA TRINIDAD. 2009.

En el seno de las familias cristianas hemos aprendido a trazar la señal de la santa cruz al mismo tiempo que invocamos la Santísima Trinidad: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nos sabemos marcados y protegidos por este Dios que se muestra cercano al pueblo y a cada uno de sus miembros, no por ser grande y numeroso, sino precisamente por ser pequeño, sencillo, explotado e incomprendido. Un pueblo de larga historia que cuenta historias de un hombre que fue invitado por Dios a salir de su tierra, del clan paterno y fiarse de un Dios que le iba a guiar hacia una tierra y una gran descendencia, Lo único que se le pedía a nuestro padre Abraham era confianza, fe, plena esperanza en la Palabra de Dios. Un Dios cercano a los hombres, a su pueblo, con su Palabra y con su sabia Ley que nos enseña el camino de la vida.
Pero el Dios de Abraham todavía quiso acercarse más a los hombres y mujeres que quisieran abrirle el corazón. Y en la “plenitud de los tiempos”, incomprensiblemente la Palabra de Dios “plantó su tienda entre nosotros”, se hizo carne, no sólo hablaba nuestro lenguaje, sino que “era uno entre nosotros” . Y aquel que “ilumina a todo hombre que viene a este mundo, no fue comprendido, sólo después de rechazarle y clavarlo en cruz, después de experimentarlo lleno de vida, con la fuerza del mismo Espíritu, nos dimos cuenta de que “era el Señor”, Era aquel “Dios con nosotros” tantas veces anunciado en el Antiguo Testamento.
El gran misterio en quien creemos los cristianos, con los judíos y los musulmanes es que Dios es uno y único, pero nos diferenciamos de judíos y musulmanes, los cristianos, en que a la vez que confesamos al Dios único, aceptamos que en esta unidad hay tres personas que se relacionan con la humanidad. Dios Padre. Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Un único Dios que entra en relación con nosotros en trinidad de personas.
Cristo nos ha revelado al Padre a la vez que nos ha enviado desde el Padre al Espíritu que nos lleva al conocimiento de este gran misterio de Amor.
El Espíritu que se nos da grita en nosotros “Padre”, dirigiéndose a Dios, es el mismo Espíritu que nos ayuda a reconocer a Cristo como “el Señor”, es decir, Dios.
Cristo antes de volver a donde procedía nos promete su asistencia hasta el fin de los tiempos a la vez que nos confía hacer discípulos suyos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo, enseñándoles todo lo que Él nos mando.
Estamos marcados por la Santísima Trinidad, que se nos note en nuestra manera de vivir y de decir. No temamos manifestar el gran amor con que Dios ama a todos los humanos.
P. Miguel Bonet Nicolau C.R.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mozart. Sonata a 4 manos, KV 381

HOMILÍA. PENTECOSTÉS 2009

PENTECOSTÉS

La historia del Espíritu Santo es tan larga como la de Dios. Claro que sí. Ya en el libro de los Orígenes se nos dice que el Espíritu se cernía sobre las aguas originarias. Y por la Palabra, toda aquella situación caótica fue convertida en un orden, en el cosmos.
Podríamos decir que el Espíritu de Dios en la Biblia tiene como tres etapas en su concepción. Es entendido como una fuerza de Dios que se da a unas personas concretas, para sostener su misión, así a los jueces, los profetas i Moisés suspira para que llegue el día en que el Señor derrame su Espíritu sobre todo el pueblo (Números 11.29).
En el profeta Joel 3.1ss es cuando el Señor promete que en los tiempos definitivos “derramaré mi Espíritu sobre todos”. Y en Pentecostés, los tiempos definitivos, se hace realidad la promesa y el nuevo Israel eclesial queda lleno del espíritu de Dios y empieza a expresarse de una manera nueva.
Es este Espíritu, tantas veces prometido por Jesús, según el evangelista san Juan, el Espíritu Defensor, que nos llevará a la Verdad plena. Es el Espíritu que lleva a los creyentes a adorar a Dios “en Espíritu y Verdad” estén donde estén.
Es aquel Espíritu que nos lleva a la reconciliación, al perdón de los pecados, a ser personas reconciliadas y reconciliadoras, criaturas nuevas.
Es el Espíritu que acompaña a toda la Iglesia y a todos los creyentes para que pueda llevar a término la misión que se le ha confiado; ir al mundo entero y pregonar la Buena Noticia de la salvación ofrecida a toda la creación. “Como el Padre me ha enviado, también os envío yo: recibid el Espíritu Santo…” ¿Y a qué vino Jesús al mundo? A manifestarnos como Dios nos ama y como nosotros podemos amarnos y estar en comunión con Él y con toda la creación.
San Pablo también nos recordará que sólo por la fuerza del Espíritu podemos reconocer que Jesús es el Señor, es decir, es Dios. Y porque hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, formamos un solo cuerpo con Él. Es el Cuerpo de Cristo en el cual cada uno tiene su lugar, una misión que cumplir. Todos diferentes, pero unidos en Él, cada uno en su lugar empujados por el Espíritu que hace posible la armonía en toda la creación.
Los que se dejan llevar por el espíritu de Dios trabajan por la unidad, para reforzar los lazos de unión. Es el Espíritu que nos ayuda a vencer todos los miedos. No temamos abrirle el corazón a su gran amor.
Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de la tierra. Haznos personas nuevas llenas de todo tu amor y que nuestras palabras y hechos derramen tú paz en nuestro caminar por el mundo.

P. Miguel Bonet Nicolau C.R.

miércoles, 20 de mayo de 2009

HOMILIA. ASCENSIÓN DEL SEÑOR. 24-V-2009

ASCENSION DEL SEÑOR

“Subió Al cielo y está sentado a la derecha de Dios”. Sí, hace mucho que nos dejó físicamente, y el mismo instruía a sus discípulos de que era necesario de que se fuera, que era conveniente, para que el espíritu que mandaría del Padre nos guiara hacia la verdad plena.
Nos ha dejado y a la vez está, ha cambiado su manera de aparecer o de ser en relación a nosotros, es el mismo, pero distinta su presencia. El siempre nos acompañará hasta el fin de los tiempos. Dice escuetamente el evangelista san Marcos: “Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que les acompañaban”.
Cuán importante es esto de que a la palabra le acompañen los hechos. Y a la vez que los hechos sean explicados por la palabra. Dice Pedro en los hechos de los apóstoles. Os maravilláis porque este paralítico haya sido curado, no es por nuestra causa, es en el nombre de Jesús de Nazaret, por el que veis hoy sano y salvo a este hombre. Así son las cosas y hay que decirlas por su nombre.
Los creyentes aprenden a poner las cosas en su sitio y si pregonan solidaridad, saben que hay que vivirla. Si llaman a la reconciliación, hay que vivir esta reconciliación. Sí , el Señor Jesús sigue hoy con signos, con hechos confirmando la palabra de la Iglesia, Veamos si no la cantidad de santos y santas, de personas entregadas con riesgo de sus vidas a la causa del evangelio, creyentes entregados por la causa del Reino en situaciones heroicas.
Sí, podemos afirmarlo, unidos a san Padre, todo en nombre de Jesús de Nazaret, cuyo Espíritu nos acompaña para sostener nuestra debilidad. El és el único, ayer, hoy y siempre que nos salva, que a transformado y glorificado la naturaleza humana y que sigue llamando a todo hombre y mujer a transformarse y a transformar la humanidad.
La Iglesia, toda la comunidad creyente se sabe enviada al mundo a proclamar el evangelio a toda la creación, “la creación entera está gimiendo con dolores de parto hasta que llegue la plena manifestación de los hijos de Dios”, así lo dice Pablo a los Romanos.
La Iglesia toda, y nosotros en ella y con ella, estamos llamados a ser sacramento de salvación universal, unidos a Cristo, somos signo, señal e instrumento de salvación para toda la humanidad.
En Cristo junto a Dios Padre, de donde procedía, está nuestra naturaleza humana glorificada. El es nuestra esperanza y con él aquí y ahora queremos vivir su vida de entrega y de amor.

P. Miguel Bonet Nicolau C.R.

HOMILÍA

V DOMINGO DE PASCUA. 10 DE MAYO 2009

En los discursos de Jesús que nos narra san Juan encontramos una autorevelación de Jesús, es decir, el mismo se identifica con imágenes tomadas ya de la vida pastoril ya la agrícola, introduciendo la imagen con una expresión característica: “Yo soy”.
El pasado domingo se presentaba con el “Yo soy el buen pastor”, porque conoce a sus ovejas y a la vez éstas le conocen a Él También se identificará con el “Yo soy la puerta”, con “Yo soy el camino”…
En este domingo la parábola, o imagen está tomada de la vida agrícola. “Yo soy la vid verdadera”. Así como en la imagen del buen pastor nos habla del conocimiento mutuo:”conocer y reconocer”, en la imagen de la vid está la íntima unión con los sarmientos, éstos no pueden dar fruto si no están unidos a la vid. Así somos los cristianos, los discípulos de Cristo, sólo unidos a Él podemos dar fruto.
Ya en el A.T. estas imágenes son usadas por los profetas para hablar del gran amor con que Dios ama a su pueblo. “Mi amigo tenía una viña que cuidaba con todo primor, mas esta viña en vez de dar uva dio agrazones…” También los Sinópticos ponen en boca de Jesús las parábolas de la viña y los viñadores que no quieren entregar sus frutos.
Pero el evangelista Juan, siempre tan original, identifica la viña, o la vid con el mismo Jesús. “Yo soy la vida verdadera”, como en el caso del buen pastor, si se identifica con la vid verdadera será que las hay falsas, que no dan el fruto deseado por el Viñador.
Jesús es la Vid que no defrauda al Viñador, Dios Padre, y los que estamos unidos a Él, a Cristo, tampoco debemos defraudar. La imagen utilizada por Jesús es muy gráfica y sugerente. Está claro que si los sarmientos no están íntimamente unidos a la vid no dan fruto.
La parábola nos habla de una acción muy interesante “Todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que de más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado…”
Interesante observación si queremos dar fruto hay que estar dispuestos a que se nos limpie, a que se nos pode, cada uno sabrá de qué.
Cabe una buena reflexión ¿Cómo estoy unido a Cristo? No se trata de decir “Señor, Señor”, sino de hacer su voluntad: Dar fruto. “En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros, como yo os he amado” “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”, dice Jesús. Y el creyente sabe que sin Cristo, muy poco podemos hacer.
Celebrar la eucaristía nos compromete a amar como Cristo nos ama, que su Espíritu nos llene de vida y alegría y demos el fruto que el espera de cada uno.
P. Miquel Bonet Nicolau CR.

martes, 5 de mayo de 2009

HOMILIA IV DOMINGO DE PASCUA. 3 DE MAYO 2009

IV DOMINGO DE PASCUA
Aunque vivamos en la gran ciudad y la vida nómada y pastoril no forma parte de nuestra experiencia, la imagen del buen pastor no nos resulta tan extraña. Sabemos lo que significa dar la vida por los amigos, arriesgarse por las personas que amamos.
Jesús, se nos dice en la parábola, no es un asalariado que espera el final del día para percibir su salario y que poco le importa lo que lleva entre manos. Jesús es el buen pastor, porque lleva a buen término la función de cuidar lo que es suyo, lo que el Padre le ha confiado. Pastor y rebaño forman una unidad. Hay un conocimiento y reconocimiento mutuo. Una relación personal con cada uno. Podríamos aplicar al buen pastor lo que canta el salmista: Señor tu me sondeas y me conoces, cuando me siento y me levanto, todas mis sendas te son familiares.
Sí, él nos conoce, antes de que llegue mi palabra a mi boca, tú, Señor ya la sabes. Y porque nos conoce quiere guiarnos en donde podamos gozar de la vida, donde podamos alimentarnos y encontrarnos a gusto.
Peligros no nos faltan, la convivencia no es fácil, el lobo está al acecho para lanzarse sobre la presa, la más débil para conseguirla. Pero el buen pastor sabe también de toda esta realidad, ha pasado por la experiencia del rebaño, él se hizo cordero “y enmudeció cuando lo llevaron al matadero” y sabía que su vida entregada iba a llenar de vida a todo el rebaño.
Y porque nos conoce y sabe de los riesgos que corremos nos envía su Espíritu Defensor. El Espíritu que habita en nosotros para fortalecer la debilidad de nuestra carne,.
Jesús es el buen pastor que se entrega por nosotros y para nosotros y no olvidemos todos los mensajes que nos ha dado, entre otros, “así como yo os he amado, amaos los unos a los otros.
Es verdad que los sacerdotes deberíamos reflejar, en nuestro servicio, la imagen del buen pastor, y que no siempre lo conseguimos, pero nuestra fe nos dice que a pesar de la debilidad humana y en la persona del sacerdote presidiendo la comunidad es el mismo Cristo que actúa a favor del rebaño.
Pero no olvidemos que cada cristiano viene obligado a reflejar a Cristo, como buen pastor, amando como Él nos amó.
Citando de memoria San Agustín solía decir a sus feligreses, como bautizado soy igual que vosotros vivo en mí la dignidad de Cristo, pero en cuanto obispo tengo un encargo que cumplir estar totalmente a vuestro servicio para llevaros a los pies de quien es el buen pastor, Cristo Jesús.
Hagamos nosotros otro tanto desde el lugar que ocupemos en la sociedad y en la comunidad.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

martes, 28 de abril de 2009

HOMILIA

22 abril
Homilía. Día 26 de abril 2009.

III DOMINGO DE PASCUA

“Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.” También a nosotros nos hace falta que el Señor “nos abra el entendimiento”, para caer en la cuenta de lo que llevamos entre manos. Y si comprendemos que lo que llevamos entre manos no cumple la medida del hombre “nuevo”, reconocerlo humildemente, sí reconocer nuestros fallos y ponernos de nuevo a trabajar para conseguir un mundo mejor, una relaciones humanas más sinceras y auténticas, arrepentirnos del mal que hayamos hecho, aunque de ello no fuéramos concientes, cuando lo hicimos, si es malo, lo es, por muy buena intención que pusiéramos en realizarlo. No habrá culpa subjetiva, pero si hemos hecho el mal, no podemos justificarlo con nuestra buena voluntad.
Puede que muchas veces ignoremos la trascendencia de nuestros actos. San Pedro se lo recuerda a los reunidos el día de Pentecostés. “Rechazasteis al Justo… pero Dios lo resucitó, bien se que lo hicisteis por ignorancia”.
San Pablo en su carta a los Romanos también reconoce que, aún conociendo la Ley y el bien, no siempre lo hace. Se encuentra el mal entre sus manos ¿Quién me librará de este cuerpo de pecado?. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, reconoce humildemente Pablo.
Hay que arrepentirse, hay que convertirse, aunque el mal se haya hecho desde la ignorancia, o desde la debilidad.
San Juan, nos recuerda hoy, “si alguno peca, tenemos un abogado que intercede ante el Padre, Jesucristo, el Justo. El mismo que nos dice san Pedro que por ignorancia hemos rechazado.
Necesitamos que nos abra el entendimiento para comprender todo su mensaje de Vida. Su entrega hasta la muerte y muerte de cruz. Entrega para que nosotros, la humanidad entera, tengamos vida en abundancia. Desde esta experiencia del resucitado en nuestras vidas, ya sea en la comunidad reunida, o en el camino de la vida, nos sentimos empujados a predicar el perdón de los pecados en su nombre. La plenitud de la alegría cristiana al sabernos reconciliados, amados por Dios y los hermanos.
Señor Jesús, explícanos las Escrituras, también a nosotros que caminamos en este mundo de internet, un mundo globalizado, un mundo que a veces se nos presenta tan inhumano, pero que un puñado de buenas personas creyentes en Jesús de Nazaret, el Cristo, nos vemos empujados, en su nombre, a transformarlo.
Nos acompañan otros hombres y mujeres de buena voluntad, de otras religiones o no, pero que como Jesús, han optado por el hombre concreto a quien hay que ofrecerle, y hacerle posible una vida digna.
Señor explícanos las Escrituras, abre nuestra inteligencia y nuestra voluntad, danos fuerza para seguir tus pasos, a entregarnos como tú te entregaste. Envíanos tu Espíritu, que transforme nuestros corazones a fin de que con palabras y obras testifiquemos de tu gran amor a cada hombre y mujer, para que descubramos, cada uno, el significado de una vida entregada, para fructificar en nuevas vidas.
Escúchanos, Señor, cuando te invocamos, tú que en el aprieto nos diste anchura, ten piedad de nuestra debilidad, protégenos en la adversidad. Danos fuerza para testificar, en un mundo adverso, tu gran amor y la plenitud de vida que quieres para todo ser humano.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

HOMILIA

17 abril
HOMILIA . II DOMINGO DE PASCUA. 19 DE ABRIL 2009
II DOMINGO DE PASCUA C.B

Celebramos la muerte y resurrección de Cristo. Ambos acontecimientos pertenecen a la historia de la humanidad, pero así como la muerte en cruz estaba patente ante la multitud, de la resurrección no tenemos ningún testigo humano directo, pero la noticia corrió “como un reguero de pólvora” y su explosión ha llegado hasta nosotros.
El Resucitado se hace presente, se “aparece” a los discípulos y lo pueden “ver”. Así desde aquella mañana, el primer día de la semana, empezó una nueva relación en aquella comunidad de seguidores de Jesús. Ella misma se convirtió en un signo de la presencia del Resucitado en el mundo. Ella misma con sus palabras y con hechos daba testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor.
Del costado de Cristo brolla agua y sangre, de él nace la Iglesia, la comunión de todos los creyentes, de aquellos que hemos sido purificados por el agua y el Espíritu en el bautismo y alimentado con su sangre, con su vida, en la eucaristía.
La Iglesia de la que formamos parte nosotros y que de una manera especial nos reunimos “el primer día de la semana”, el domingo, puede que a veces también con nuestros miedos, con nuestros cansancios, con la incomprensión del mundo que nos rodea. Y en este nuestro encuentro, en nuestra reunión se hace presente el Señor, recordándonos su mandato: Como el Padre me envió os envío yo, al mundo entero y nos da su Espíritu para que perdonemos los pecados, para que seamos en la sociedad hombres reconciliados y reconciliadores.
La eucaristía es el signo de la vida misma de Jesús, el Cristo, y de sus actitudes. En ella resuena, o debería resonar en nuestro corazón la última Cena, su entrega total: “Habéis visto lo que he hecho con vosotros, haced también lo mismo”. El Maestro a los pies de los discípulos, él no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida. “Como yo os he amado, amaos vosotros unos a otros”.
Una vez más quiero recordar aquellas reflexiones de un obispo francés que escribió en un libro titulado “Iglesia que no sirve, no sirve para nada”, para esto estamos también los cristianos en el mundo para servir. “A Dios y a usted” se nos enseñaba a decir en nuestra infancia.
Como te llamas?
Miguel B.N. para servir a Dios y a usted.
Estas cosas ya no se enseñan, pero lo peor es que se viven poco.
Los que vamos entrando en años nos podríamos preguntar ¿Qué preferimos servir o ser servidos? En la respuesta de cada uno se reflejará que sintonía tenemos con Cristo. El dijo con toda claridad. “He venido para servir y no para ser servido”
Seamos servidores y dejémonos servir, pero ¡cuidado si sólo queremos ser servidos.!

P. Miquel Bonet Nicolau

sábado, 4 de abril de 2009

DOMINGO DE RAMOS

DOMINGO DE RAMOS
Con el llamado domingo de ramos iniciamos la semana santa, la gran semana cristiana en la que los cristianos celebramos la entrega de Cristo, para vida nuestra.
Son unos días en los que la memoria histórica es celebrada de una manera “especial”. Es tiempo de reflexión, de vivenciar las grandes etapas en las que Dios se ha manifestado como liberador de la humanidad, en aquellos hechos simbólicos de la liberación de la esclavitud y de la raíz de toda esclavitud que es el pecado, Dios en Cristo a reconciliado consigo a toda la humanidad, Dios a dicho un sí definitiva a la vida del hombre, ahora está en manos de los hombres aceptar desde la fe, esta vida divina ofrecida por Dios en Cristo Jesús.
La fe cristiana no puede consistir en mirar las cosas desde fuera, sino mas bien adentrarse en ellas, no somos espectadores del drama de la humanidad, sino actores, comprometidos en esta fe de la iglesia que se fundamenta en la pasión, muerte, (sepultura) y resurrección de Cristo.
La nuestra es una fe transmitida y aceptada, una fe renovada, personalizada y a la vez de toda la comunidad que aclama a Jesús como Señor y Salvador.
El pasado domingo oíamos aquellas palabras de Jesús: “ si el grano de trigo no cae en el surco y muere, permanece sólo, e infecundo”. Sólo desde la muerte se inicia una nueva vida, y así lo celebramos en la muerte y resurrección de Jesucristo. Él es el hombre nuevo y el que nos da la posibilidad que unidos a Él en la muerte, también lo estaremos por la fe en su resurrección. “Si con él morimos viviremos con él, si con él sufrimos reinaremos con él…”
El himno dirigido a Cristo que nos ha conservado el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses, se introduce con estas palabras: “Tened los mismo sentimientos de Cristo”
Cada uno tiene sus sentimientos, pero podemos empalizar, intentar ponernos en los sentimientos de los demás, si nos los manifiesta. Al estilo de Cristo, el cristiano es invitado a “darse como Cristo se da”.

P. Miguel Bonet Nicolau C.R.

sábado, 28 de marzo de 2009

HOMILIA . V DOMINGO DE CUARESMA. 29-03-2009

DOMINGO V DE CUARESMA 29-03-2009
El Hijo del Hombre tiene que se elevado. Los creyentes identificamos al “Hijo del Hombre” con Jesús de Nazaret. Hacia Él se dirigen nuestras miradas, contemplando en Él, el gran misterio: El amor de Dios hacia la humanidad y la incomprensión por parte del hombre de este Dios que se da.
En este domingo cercano a la pasión de nuestro Señor Jesucristo, como aquellos gentiles de los que nos habla hoy el evangelio según san Juan, podríamos acercarnos a los apóstoles con la misma petición: Queremos ver a Jesús. Y Él también se nos mostrará y seguramente nos recordará la necesidad de renuncia que nos hace falta para llenar al mundo de vida. Es la gran paradoja del hombre y de la misma vida: Estar dispuestos a morir para florecer en vida nueva.
Qué profunda es la imagen del grano de trigo!. San Pablo la empleará para hablar de resurrección, Jesús nos habla de “dar fruto”. Si el grano no cae en la tierra y muere, permanece infecundo. Nosotros podríamos añadir o si no se deja triturar en el molino haciéndose harina y luego pan cocido (imagen utilizada por los santos Padres) ¿De qué habría servido?
El avaro que sólo amontona es el hombre más pobre, sólo tiene cosas o la cosas le tienen a él. Sólo el que se da, el que se entrega es libre y siembra el fruto de la amistad y de la vida.
Aquí está la gloria de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo en el darse y en su gran lección a toda la humanidad: Amad como Dios os ama.
Aunque a primera vista parece un mensaje muy exigente, el hombre puede hacer la experiencia de la profundidad que hay en este mensaje evangélico, en el interior del hombre hay una inclinación que le empuja a la sinceridad, a buscar lo recto. A darse cuenta de que toda vida implica un intercambio, un dar y recibir y para ello es necesario “renunciar”. El hombre soberbio él que está lleno de “sí mismo” sin dar cabida al otro, no puede sembrar vida.
Podríamos hacer la experiencia de meditar sobre nuestra vida, cada uno sobre su propia experiencia y preguntarse ¿Dónde me han llevado mis intransigencias? ¿Me han ayudado a la comprensión, a la alegría y a la vida de amistad?
Uno de estos domingos hablábamos de la obediencia (escuchar con atención) sólo escuchando con atención la voz de Dios en nuestro interior o en la Palabra proclamada, podremos ser obedientes, es decir poner en obra la voluntad del que nos ama, en nuestro caso la voluntad de Dios que consiste en que demos fruto, y que este fruto permanezca, cual es la vida eterna.
Cristo así lo hizo, nos recuerda la carta a los Hebreos “ Cristo presento oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado”, sí fue escucha, porque, aunque muere en la cruz y sepultado, como el grano de trigo, Dios lo llena de vida, su humanidad es glorificada, es decir, en ella se manifiesta lo que realmente es, no lo que parecía. Aquella humanidad de Jesús como la nuestra, menos en el pecado, estaba llena de Dios y es la esperanza para toda la humanidad, para todo hombre o mujer, que como él asuma su humanidad, con todos los achaques, con todas la incomprensiones y en comunión con Dios y con la creación toda se acepte con humildad su realidad.
Estamos llamados a la vida, pero el camino para poseerla plenamente es un camino de pasión, de entrega, de amor a Dios y a los hermanos.


P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

viernes, 20 de marzo de 2009

HOMILIA. IV DOMINGO DE CUARESMA. 22-03-2009


IV DOMINGO DE CUARESMA . 22-03-2009.


El pasado domingo san Pablo nos recordaba nuestro compromiso de predicar a Cristo crucificado, aunque para algunos sea un escándalo o una necedad, pues, para los cristianos es donde pende la salvación para cuantos crean en él, sean de la nación que sean.
San Juan hoy nos recuerda el diálogo de Jesús con Nicodemo en donde le anuncia que el Hijo del Hombre tiene que se elevado, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna. Cristo crucificado es el Hijo del Hombre elevado entre el cielo y la tierra.
Decíamos, el domingo pasado, que el la cruz se manifiesta toda la miseria humana y la grandeza de Dios. En la cruz se ven todas las injusticias, todas las incomprensiones, todos los odios humanos a la vez que se manifiesta la grandeza y la justicia de Dios: “Como era el justo, nos dirá la Escritura de Cristo crucificado, no podía morir y Dios haciendo justicia lo llena de vida. Ésta fue la convicción y el grito de aquellos primeros seguidores de Jesús y también el nuestro. No sólo resucita sino que es la esperanza de vida para todos aquellos que asuman su humanidad como Él la asumió, para todos aquellos que crean y tengan una vida como la suya.
Dios nos ama tanto que entrega su Hijo, para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna. Esta es la voluntad de Dios Padre: la salvación de los hombres. Pero esta salvación ofrecida gratuitamente, tiene que ser aceptada, también, gratuitamente. El hombre puede elegir la tiniebla o la luz, es decir vivir en Dios que es luz, o fuera de Dios que es tiniebla.
Y en esto consiste el juicio según san Juan: que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz… , pero el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Fijaos que dice “el que realiza la verdad”, no “el que dice la verdad”, se trata de realizar la verdad, nuestra coherencia entre lo que somos y lo que hacemos.
San Pablo, también hoy sobreabunda en la misericordia y el gran amor con que Dios nos amó. Recordándonos que estamos salvados por su gracia mediante la fe. La salvación es un don, no se debe a nuestras obras, para que nadie se vanaglorie. Nuestras obras deben ser reflejo del Espíritu que nos anima, somos obra suya. Hemos sido creados en Cristo Jesús para que nos dediquemos a las buenas obras.
En este tiempo de cuaresma vamos repitiendo que es un camino hacia la Pascua, hacia el encuentro con Cristo, muerto y resucitado. Ya estamos unidos a Él por la fe y el bautismo, pero tenemos que penetrarnos cada vez más de esta nueva humanidad que brota de la entrega de Cristo.

P. Miguel Bonet Nicolau C.R.

sábado, 14 de marzo de 2009

HOMILIA. III DOMINGO DE CUARESMA. 15-03-2009

III DOMINGO DE CUARESMA 15-II-2009

Los judíos piden signos, los griegos buscan sabiduría, nosotros, dice San Pablo (los cristianos) predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, pero para los llamados, sean de la nación que sean, un Mesías, que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Se nos invita a fijar nuestra mirada en la cruz, para descubrir en ella toda la gloria den Dios y la miseria humana. Sólo los cristianos así lo manifestamos, así lo creemos: un Dios que se hizo hombre, con todas las consecuencias, obediente hasta la muerte y muerte de cruz, pero la misma fuerza de Dios, el Espíritu que le animaba nos lo devuelve lleno de Vida, más aún, nos asegura que todos los que sigamos sus pasos, aún dentro de las incomprensiones humanas, también tendremos vida en Él.
Me decía un amigo musulmán: ¡Qué raros sois los cristianos que matáis a vuestro Dios! ¿Qué Dios es este que se deja clavar en la cruz? Este es el gran misterio en que hemos creído y que nos salva: la encarnación del Hijo de Dios, con todas las consecuencias, asumiendo la miseria humana, la incomprensión, el rechazo. Jesús de Nazaret es la imagen del Dios invisible, que nos manifiesta el gran amor con que nos ama y la bendición que quiere derramar sobre toda la humanidad.
El instruyó a sus discípulos, también a nosotros, y nos recuerda las incomprensiones que puede llevar una vida coherente con la voluntad de Dios. Nos enseña que lo importante es entregarse, servir a la causa humana, que es la causa de Dios. Hay que darse, como el grano de trigo, para poder dar fruto. No hay amor más grande que aquel que da la vida por los amigos. Y Cristo la dio por mí, por ti, por toda la humanidad. Nos enseña e insiste en la necesidad de ponernos al servicio de los demás, a la vez que nos recuerda que en el hombre servimos y reconocemos al Dios que nos salva.
“No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”, porque cada vez que maltratamos al ser humano, cada vez que lo violentamos o lo explotamos profanamos el templo de Dios, su presencia en medio de la humanidad. Esta es nuestra fe: el hombre es “imagen y semejanza de Dios” y Jesús nos lo recuerda en este pasaje de San Juan proclamado en este domingo. “Los discípulos se acordaron de lo que había dicho y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho”. Desde la resurrección se comprenden muchas cosas. Al final de la vida se comprenden muchas cosas que en los tiempos presentes no terminábamos de comprender.
Por el desierto de la vida vamos haciendo camino hacia la casa del Padre con la fuerza del Espíritu. Ante las incomprensiones, ante las caídas Él nos anima a levantarnos, a fin de que cada día nos parezcamos más a Él, vivamos más acordes según la Humanidad Nueva que nos da Jesús.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

jueves, 5 de marzo de 2009

ENCUENTRO DE GRAMIC


II DOMINGO DE CUARESMA. 8-II-2009

II DOMINGO DE CUARESMA 8-III-2009

El domingo pasado el apóstol San Pedro nos recordaba “el símbolo del bautismo que actualmente nos salva”. Sí, también hoy actúa en nosotros la fuerza del Espíritu que nos salva y nos invita a caminar y a seguir transformándonos o con-formarnos a la imagen de Cristo, el Hombre nuevo.
Encontrarnos con Cristo, la nueva humanidad es nuestra tarea, escuchar su palabra, seguir sus pasos, obedecer la voluntad del Padre, como lo hizo Él.
Por cierto hace años que leí un artículo sobre la obediencia, ya no recuerdo donde, pero me llamo mucho la atención la etimología de la palabra “obediencia”, el autor la hacía derivar del latín: “ob- audire”, algo así como escuchar con atención. Es tal vez lo que nos hace falta: Saber escuchar con atención al Otro. Porque muchas veces oímos lo que queremos oír, más que lo que se nos dice, y lo importante es lo que se nos dice. Y si no prestamos atención a lo que se nos dice “no podemos ser obedientes”, es decir realizar lo que se nos dice.
En este domingo, entre otras cosas “se nos quiere decir” que Dios no quiere sacrificios humanos, el quiere “sacrificios de alabanza y que se invoque su nombre”. Los almos con los profetas repiten muchas veces que Dios no quiere sacrificios ni holocaustos, sino misericordia y conocimiento de Dios.
Hay que prestar atención a lo que Dios me dice. La proclamación de la Ley de Dios empieza precisamente con esta invitación: “Escucha Israel, no tendrás otro Dios fuera de mí.
Sabemos que era “normal” sacrificar los primogénitos a los dioses, pero el Dios de Israel se manifiesta contrario a está práctica, según la narración que hemos escuchado de la hitoria de Abraham e Isaac. Esta narración leída desde el nuevo testamento, desde la muerte y resurrección de Cristo toma otra dimensión: Dios es Vida y quiere la Vida.
Hay muchas cosas que todavía no terminamos de entender, pero vamos intuyendo que Dios ha tomado partido por la vida del hombre. Dios está de parte de una nueva humanidad y nos lo manifiesta a través de la humanidad de su Hijo, Jesucristo. El mismo con su humanidad glorificada intercede por toda la humanidad.
Toda la fuerza del espíritu y de la Ley se concentra en Jesús. En el Hijo amado del Padre a quien se nos invita a escuchar, a obedecer. Escucharle a Él con “atención” y a caer en la cuenta de que “ha entregado su vida para que yo descubra la vida y tenga vida.
El tiempo de cuaresma es propicio para escuchar la Palabra de Dios, para meditar sobre nuestro compromiso cristiano, para orar con más intensidad y no cerrar nuestro corazón a la necesidad del hermano, ejercitar nuestra solidaridad.
Nosotros, a veces, tampoco entendemos de inmediato, pero el tiempo nos puede hacer caer en la cuenta y entender cosas que no siempre entendimos. Lo importante es confiar es este Dios que nos quiere y que se ha manifestado en la Humanidad de su Hijo, Jesús de Nazaret.
Nuestra transformación humana también tiene que pasar, a veces, por la incomprensión, por la renuncia y la muerte a muchas cosas que no nos llevan a la vida, sólo podemos llegar a un estilo nuevo de vida desde el cambio de vida, simbolicamente, desde la muerte.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

domingo, 1 de marzo de 2009

HOMILIA. 1-II-2009. 1 DE CUARESMA

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Con los símbolos no se puede jugar. ¿Por qué son tan importantes las realidades simbólicas para las personas, los pueblos o grupos humanos? Pues porque el símbolo es lo que une los sentimientos del grupo, y por lo mismo de todo ser humano que se identifica con el grupo. Símbolo precisamente es esta realidad que “une”. Y todo grupo humano necesita sentirse unido. Todo ser humano necesita sentirse identificado con el grupo y en esta identificación tiene un lugar muy importante los símbolos reconocidos y vividos por el grupo.
El miércoles pasado, llamado de ceniza, las comunidades cristianas iniciaban la cuaresma, un itinerario o camino, es importante el camino, pero sobre todo es importante a donde nos lleva el camino. Nosotros sabemos que la cuaresma termina en la gran semana, en la Semana Santa y esta en la muerte y resurrección de Cristo. Éste es el final del camino: Nuestra unión a Cristo muerto y resucitado, para vivir la novedad de Vida.
No perdamos de vista, pues, la meta, caminamos hacia la Pascua, como los israelitas caminaron “durante cuarenta años” hacia la tierra Prometida, hacia la libertad. Pascua, recordémoslo una vez más, significa paso: “Dios pasa”, y nosotros estamos llamados a pasar, con Cristo, a la Casa del Padre. Cristo es nuestra Pascua, proclamará el apóstol Pablo.
Pero este paso, la Pascua, simbólicamente ya se ha realizado en nuestras vidas el día de nuestro bautismo. San Pedro en su primera carta hoy nos recuerda que lo de Noé “era un símbolo del bautismo que nos salva”. Cuántas veces la iglesia es representada como la barca de Noé o la de Pedro, los que están dentro, se salvan. Y el apóstol Pablo muchas veces nos recuerda” que hemos sido incorporados a la muerte de Cristo, para resucitar con Él” Hemos entrado en la dinámica de una vida nueva.
La vida del hombre, como la de Cristo, es una vida marcada por la prueba, por la tentación, Cristo se mantuvo, pero los hombres caemos. En las caídas y recaídas Cristo nos tiende la mano y quiere levantarnos de nuestra postración.
A partir del siglo tercero en la cuaresma se preparaban aquellas personas adultas que querían entrar a formar parte de la comunidad cristiana a través del bautismo, la confirmación y la eucaristía, a esto se llamaba catecumenado, que ha sido restaurado, pero también a los ya bautizados se nos invita a renovar, a revivir, a hacer conciente en nuestras vidas “este símbolo que nos salva” el bautismo, nuestra unión a Cristo en su muerte y resurrección.
No perdamos de vista que la cuaresma es un camino, que no sólo desemboca a unas vacaciones de Semana Santa, sino sobre todo a la unión con Cristo. A renovar y revivir nuestro compromiso cristiano.
Es un tiempo de intensa oración, de solidaridad con el necesitado, ayuno y limosna. Es un tiempo de escucha atenta de la Palabra de Dios. “Si hoy escucháis su voz no endurezcáis vuestro corazón”. Es un tiempo de “autodominio” y de ejercitarnos en las buenas obras. Lo hacemos los cristianos, pero en este caminar: tiempo de cuaresma, con más intensidad, es como “el tiempo propicio” para la siembra a fin de poder recoger los frutos del Espíritu.
P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

viernes, 20 de febrero de 2009

HOMILIA 22-II-2009. T. O. C.B

DOMINGO VII. T.O.C.B. 22-II-2009

Expresiones que se repiten: “Ya nadie se confiesa”. “Yo me confieso y le pido perdón a Dios”.
No cabe duda de que hay una crisis del sacramento de la confesión. Pero como también se dice, puede que la crisis vaya envuelta con la crisis de valores morales. En otro tiempo se tenía bien claro lo que era bueno y lo que era malo. Pero en las sociedades tan plurales los límites entre una cosa y otra ya no son tan claros. En otro tiempo, también se dice, todo era pecado ahora ya nada es pecado. Aquí puede estar la raíz de todas las crisis, en la pérdida de sentido del pecado. En la falta de fe.
Podríamos hacer hoy una lectura espiritual del evangelio que se proclama en este domingo.
“Viendo Jesús la fe que tenían”, no es sólo la fe del paralítico, sino también de los acompañantes, de la comunidad, aunque el beneficiario de la fe, es el enfermo, o el pecador. Y Jesús se dirige a él como a “hijo”, tus pecados quedan perdonados. Y si recordamos que según la tradición del Génesis el “pecado es la causa de todos los males” lo importante era curar el pecado, que paraliza, que rompe la comunión con Dios y los hermanos. Lo recordábamos el domingo pasado esta creencia tan arraigada en la sociedad de unir las desgracias a la mala vida del hombre o de la humanidad.
Los fariseos piensan, como muchos también hoy: Sólo Dios puede perdonar pecados. Y es verdad, pero este poder lo ha puesto en manos de los hombres.
La oración que identifica a los cristianos, entre otras cosas dice, dirigiéndose al Padre, perdónanos, como nosotros perdonamos, es decir nosotros ponemos medida a nuestro perdón de Dios, pero fijaos, también, que la oración es en plural, es la comunidad, son los discípulos del Señor que nos dirigimos al Padre, claro que uno tiene que tener una relación personal con Dios, como lo hace Jesús, pero sobre todo los cristianos no podemos desligarnos de la comunidad, es ella que nos alimenta y alimentamos con la fe. También Jesús nos recuerda que “la medida que usemos con los demás, la usarán con nosotros”.
Si bien San Juan en su 1ª Carta nos invita a “perdonar como hemos sido perdonados.
El evangelista Marcos termina el relato diciendo que la gente ante el hecho daba gloria a Dios y San Mateo añade. “Por haber dado tal poder a los hombres”, ¿Qué poder ha dado Dios a los hombres? El de perdonar los pecados.
Hablamos de cosas muy delicadas, muy profundas que tocan el núcleo de cada ser personal, pero también de la vida de la comunidad. Uno no podría estar confesándose cada semana y seguir sin perdonar al que le ha ofendido. No deberíamos rezar “tantos padrenuestros”, si no estamos dispuestos a perdonar “una y otra vez” las ofensas del hermano. Pidamos que se nos perdone, pero tengamos la valentía de “perdonarnos” y de perdonar
También, el profeta Isaías nos recuerda en este domingo. “No recuerdes lo de antaño”, lo pasado, pasado está. “Yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes, y no me acordaba de tus pecados”. ¿Nos lo creemos que en el sacramento de la reconciliación se nos perdonan los pecados? Pues desde esta nueva situación vivamos la novedad de la vida. Borrón y cuenta nueva.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

viernes, 13 de febrero de 2009

DETALLE DEL ÚLTIMO CONCIERTO.8-II-2009

homilias

REFLEXIÓN BLÍBLICA . DOMINGO VI. 15-II-2009

La palabra correspondiente a la lepra sería algo así como una plaga en el sentido de llaga o herida infligida, como castigo de Dios.
Frecuentemente los hombres al largo de la historia al no explicarse ciertas cosas, entre ellas el origen de la vida, del sufrimiento, de la muerte o del mal en el mundo lo referían a Dios, como explicación de todas las cosas. Pensemos que todavía hay mucha gente que ante ciertas enfermedades o desgracias humanas, lo interpretan como castigo divino.
Pero si nosotros creemos en Cristo, estamos invitados a corregir ciertas concepciones, sobre todo las relacionadas con las enfermedades, como castigo de Dios.
Cristo, en el evangelio según san Juan, nos dice claramente, en el caso del ciego de nacimiento, que no se puede relacionar enfermedad y pecado, y que en toda situación humana se puede manifestar la gloria de Dios.
Jesucristo, imagen del Dios invisible, se compadece del que sufre cualquier clase de marginación. Para Dios no hay proscritos, todos son hijos de Dios y por lo mismo queridos, estén en la situación que estén. Es más tiene preferencia por los marginados, no para que sigan marginados, sino para reincorporarlos a la comunidad.
Somos los humanos que marginamos, que levantamos barreras, que nos queremos proteger y creamos las cárceles, los campos de concentración, los campamentos de refugiados, las murallas o fronteras, para defendernos.
Tal vez no está en nuestras manos, nuestras pobres manos, el poder irradicar de la faz de la tierra la marginación y el recelo de mirar a ciertos grupos como los causantes de todos los males o pensar que sufren “lo que se merecen”. No nadie está limpio de pecado.
Jesucristo nos invita a reconocer nuestro pecado, cada uno el suyo, y no acusar o juzgar a los demás. Y porque aceptamos a Jesucristo como revelador del gran amor de Dios, nos esforzamos para no sentirnos indiferentes ante el drama de la humanidad: “todo lo humano nos atañe”.
La mesa eucarística nos compromete a darnos a los demás, como Cristo se nos da. “No demos motivo de escándalo, por encima de nuestro bien busquemos el bien de los demás”.
Con la fe del leproso supliquemos al Señor que cambie nuestro corazón de piedra con un corazón de carne, que se conmueva ante la necesidad del hermano.
P. Miquel Bonet Nicolau C.R.
16:53:53
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05 febrero
HOMILÍA V DOMINGO T.O.C.B


DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO. C. B. 8-II-2009

“Todo el mundo te busca”. ¿Por qué buscan a Jesús. Está bastante claro: porque enseña con autoridad. Es decir a sus palabras le acompañan los hechos, no son palabras vacías. Esto es lo que seguimos buscando los hombres y mujeres de hoy, y que han buscado, seguramente, los hombres y mujeres de todos los tiempos: Autenticidad. Y lo hacemos desde nuestra debilidad, podríamos decir, desde nuestra falsedad.
La vida tiene sus altibajos y nos puede pasar a veces, como a Job, que nos llegue el pesimismo “nos consumimos sin esperanza”, pensar que nuestra vida “no es más que un soplo”. Y como dice el refrán “Del árbol caído, todos hacen leña” o Las desgracias no vienen solas y nos puede asaltar el desánimo.
Pero cuando en estas situaciones se acerca alguien que te tiende la mano y ayuda a levantarte, hay un vuelco en tu vida. Olvidas los malos momentos y sigues adelante. Hay que sobreponerse. Hay que renovarse cada día y seguir buscando al “Maestro” y con él ir a las aldeas vecinas para proclamar la Buena Noticia y expulsar tantos espíritus malignos que nos oprimen, que esclavizan a la humanidad.
Con San Pablo sintámonos transformados por el Señor y démosle a conocer. Nosotros sabemos que él tiene poder para transformar nuestras vidas. Nuestras relaciones humanas. Él nos da su Espíritu liberador y nos da una amplitud de miras sobre todos los fracasos, sobre nuestras fiebres.
Él nos tiende la mano para que de nuevo nos pongamos de pié y presurosos nos dispongamos a servir al Señor en los hermanos. Al estilo de San Pablo hacernos “todo con todos” para ganar, como sea, a algunos. La fuerza del Espíritu de Cristo nos empuja a extender los valores del Reino y nuestra retribución es el mismo gozo de participar en Él.
Los hombres y mujeres de hoy “siguen buscando”, aunque a veces no sepan, que le buscan a Él. No quieren renunciar al bienestar, a la salud, a un mundo más solidario, en donde se pueda respirar aire puro y eliminar tanta contaminación, sea de lo que sea. Hay que expulsar, echar fuera o transformar lo que pueda dañarnos, ya sea en las relaciones personales o entre los pueblos. Hay que superar o expulsar los espíritus que dividen. Hay que lograr la unidad entre todos los pueblos de la tierra. Cristo con su muerte y resurrección nos manifiesta cómo Dios esta por esta labor y se a acercado a nosotros en la humanidad de Cristo glorificada.
Los que así lo creemos nos esforzamos en hacerlo realidad “tendiendo la mano” al hombre enfermo, al hombre postrado para que pueda levantarse y redescubrir su poder de servir a los demás. Solidarios por un mundo más justo. Expulsemos el egoísmo que nos esclaviza.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

domingo, 1 de febrero de 2009

HOMILIA IV DOMINGO T.O.C.B.

DOMINGO IV T.O. C.B.
"Te sucitaré un profeta..." dice el Deuteronomio. Recordémoslo, una vez más. ¿Qué es un profeta? uno que habla en nombre de otro o en lugar de otro. Los hombres necesitamoos mediaciones, para relacionarnos con Dios,( y no me preguntéis el por qué). Como decían los Israelitas "no podemos ver a Dios cara a cara y seguir viviendo", sólo podemos intuirlo verlo indirectamente, y así el hombre creyente "ve la mano de Dios", en la liberación de la esclavitud de Egipto, en la obra de la creación, lo escucha a través de los profetas, que son estas personas "poseídas" por el Espíritu de Dios, que nos hablan en su nombre. A partir de la manifestación de Dios en el Horeb en tiempo de Moisés se inicia la tradición de esperar un profeta como Moisés, dice el Deuteronomio: "Pondré mis palabras en su boca y dirá lo que yo mando..." Éste texto leído desde la muerte y resurrección de Cristo, en el Nuevo Testamento lo vemos hecho realidad en Jesús de Nazaret. Él es el profeta esperado. Pero no nos quedemos aquí. El profeta Joel (2,28) anuncia que llegará el día en que el Señor derramará su Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos e hijas profetizarán... Cristo es el profeta esperado, pero Él a la vez ha enviado el Espíritu de Dios, su Espíritu sobre nosotros, y en el mundo, nosotros la Iglesia, los creyentes somos profetas, es decir con nuestra manera de vivir y de decir las cosas damos testimonio de Dios, en quien creemos. Así nos lo recuerda la Iglesia el día de nuestro bautismo. Con la unción del Crisma entramos a formar parte de un pueblo sacerdotal, profético y real. Somos un pueblo de sacerdotes, profetas y reyes. Cada uno es sacerdote, profeta y rey. Pues formamos un sólo cuerpo en Cristo Jesús. El Profeta, el Sacerdote y el Rey. Con su autoridad Cristo, el Profeta, expulsa a los malos espíritus. Despues de resucitar les recuerda a sus discípulos, nos recuerda a nosotros. "Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra, id y haced discípulos... (Mt. 28.18) y Marcos añade. "Estas señales acompañaran a los que crean: en mi nombre expulsaran demonios, hablaran nuevas lenguas... (Mc.16,17). Los profetas del A.T. no lo tuvieron fácil, no siempre fueron aceptados por las instituciones. Normalmente había una gran tensión entre el profeta y las autoridades constituídas, pero a pesar de las dificultades el profeta no se callaba. El Espíritu de Dios que le movía, no le dejaba callarse, aunque las palabras o los hechos del profeta no gustaran a la sociedad o a las autoridades que la regían. Los creyentes de todos los tiempos han pasado dificultades, también nosotros, unas veces más otras no tanto. Pero la promesa de Cristo no ha fallado: "Yo estaré con vosotros, hasta el fin de los tiempos, tampoco hoy nos abandonará. Y no olvidemos, aunque no siempre seamos concientes de ello, por ser creyentes "Dios pone en nuestro corazón la palabra adecuada y siempre viene en ayuda de nuestra debilidad.Nosotros creemos que todo lo que hay de bueno en la creación está animado por el Espíritu de Dios y éste mismo Espíitu nos da fuerza para expulsar los "malos espíritus".
P.Miquel Bonet Nicolau C.R.

viernes, 23 de enero de 2009

Homilia

HOMILIA. III DOMINGO. 25-I-2009Gener 22, 2009 per Sant Gaietà
TERCER DOMINGO T.O. C.B.Lecturas: Jonás 3,1-5.10, Salmo 24, 1. Corintios 7,29-31, Marcos 1,14-16. Es verdad que los humanos muchas veces nos hemos imaginado a Dios consentimientos humanos. Un Dios que se arrepiente de sus amenazas y perdona. Secompadece ante el cambio realizado en el hombre. Es la imagen que aparece en ellibro de Jonas, pero también en otros muchos textos bíblicos. Sí, es imaginación humana, pero también podríamos preguntarnos si es Dios el quecambia o es el hombre ante la predicación del profeta, que ha cambiado su visión deDios. El profeta Ezaquiel en un texto nos recuerda que si “el malvado cambia y seconvierte de su mala vida, él mismo se salva”, es una auténtica llamada a laresponsabilidad personal ante Dios y ante uno mismo. El pasado domingo decíamos que Dios nos habla, y cada uno sabe como le hablaDios. La fe de la Iglesia con la carta a los Hebreos nos dice que “de muchasmaneras habló Dios antiguamente a nuestros padres y en esta etapa final nos hahablado por su hijo. Dios nos habla, como habló a los habitantes de Nínive a través de Jonás y estoshombres, mujeres y niños de la gran ciudad hicieron caso al profeta, seconvirtieron de su mala vida y “lograron que Dios se compadeciera de su amenaza” ysalvaron su vida. (Si leemos todo el librito de Jonás veremos como el que no sealegra de la conversión y del perdón es el mismo profeta, puede haber hoy tambiénciertos “buenos” que no tengan mucho interes en que los “malos” se conviertan yvivan”). La esperanza del hombre creyente está en la confianza de que si acude a Dios yéste le concede su Espíritu, puede cambiar su corazón, su vida. En un momento dado de nuestra vida, los hombres y mujeres podemos oir lallamada”!Basta ya¡ “Se ha cumplido el plazo”. Hay que cambiar de verdad, hay quedar fe a la buena noticia. Otro mundo es posible. Otra manera de vivir es posible.¡Basta ya de enfrentamientos y divisiones! Demos paso a la solidaridad. Hagamos unmundo nuevo. Con el símbolo que nos ofrece Ezequiel, en el lema del octavario de launidad de los cristianos, de las dos varas en manos del profeta hagamos una nueva,un único pueblo, que de la división nazca la unidad. Vista la historia del pueblo de Israel y del mismo cristianismo nos damos cuentaque la unidad es muy frágil o tal vez nunca se consiguió. La unidad es un continuocamino, es una búsqueda constante que tendrá lugar al final de los tiempos. (creoque es la afirmación de un gran teólogo ¿K.Raner?) Pero mientras tanto nosotros enel presente venimos obligados a buscarla, a construirla, como es la voluntad deCristo. El rompió el muro que dividía la humanidad en pueblo creyente y nocreyente. Ahora desde la humanidad glorificada de Cristo toda la humanidad tieneacceso a este Dios que se ha humanizado tanto que se ha hecho hombre. Este Dios hecho hombre sigue pasando junto al lago y nos dirige la palabra, nosinvita a seguirle para cambiar nuestras vidas, hacerlas más solidarias, másentregadas, poniendo nuestro corazón en los valores que permanecen, en lo esencial, más que en las cosas que pasan, que son transitorias. P. Miquel Bonet C.R.

martes, 20 de enero de 2009

ENCUENTRO DE GRAMIC


EL PASADO DÍA 18 GRAMIC (GRUPO AMIGOS DE MINUSVÁLDOS DE CATALUNYA) TUVERON SU ENCUENTRO MENSUAL. VISITARON LA EXPOSICIÓN DE LA FUNDACIÓN LA CAIXA, SOBRE "PAN DE ÁNGELES" PINTURA FLORENTINA.

jueves, 15 de enero de 2009

HOMILIA. 18-I-2009

DOMINGO II. T, O. C.B.
¿Dónde oídos la voz de Dios? En una sociedad tan plural ¿Dónde puede el creyente escuchar la voz de Dios?
Sí ya se la respuesta teórica: En la Sagrada Escritura, Dios nos habla. En la reunión de los creyentes Cristo está en medio de ellos y nos dirige la Palabra por medio de la comunidad. Pero en la práctica, ¿cómo me ha hablado a mí y cuál es mi respuesta .
La narración del sueño de Samuel es muy grafico y muy nítido. Pero el texto también nos hace caer en la cuenta que “Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la Palabra del Señor. Es decir fue el sacerdote Elí que le introdujo en la escucha y le reveló cual tenía que ser su actitud ante la llamada personal de Dios: “Habla, Señor, que tu siervo escucha. En sueños, o seguramente más estando despiértos la voz de la conciencia también nos llama por nuestro nombre, sólo cabe una actitud de escucha; “Habla, Señor”.
A través de la historia de la Salvación, de los acontecimientos, o de la creación. Cabe una actitud de escucha. ¿A quién no le gustaría que le hablara claro el Señor? Pero no sólo que nos hable claro, sino que uno tenga la valentía de seguir su palabra y darla a conocer a los demás.
Los que estamos reunidos en la eucaristía hemos sido iniciados. No nos sonreímos y sabemos que se nos quiere decir cuando se nos presenta un trozo de pan y se nos dice “Este es el Cordero de Dios”, pero pensad por un momento cómo tiene que resonar en los oídos de uno que no conozca la tradición bíblica. O incluso a nuestros judíos y musulmanes que también tienen la tradición del Cordero. Decir de un hombre, Jesús de Nazaret o de un trozo de pan, esto es el Cordero de Dios.
Nosotros, porque hemos sido iniciados en estos misterios lo creemos y sabemos lo que decimos y queremos decir.
Pero caben otras preguntas: ¿Cómo iniciamos a los demás? ¿Cómo compartimos nuestra fe? Aquellos discípulos de Juan Bautista siguieron al Maestro y después de estar con Él les faltó tiempo para correr hacia sus hermanos y anunciarles “Hemos encontrado al Mesías”.
Compartir nuestra fe ¿Cuán importante es? Precisamente hoy celebramos la jornada mundial del emigrante y del refugiado, cuyo lema es “la fraternidad va más allá de la ley”. Compartir. ¡Cuán necesario es compartir ¡ , yo añadiría que la fraternidad también va más allá de las creencias, porque lo que nos iguala es nuestra dignidad humana, pertenecer a este grupo raro de criaturas humanas. Los inmigrantes pueden aportarnos mucho y con ellos los cristianos también tenemos que compartir nuestra fe, decirles con claridad “Hemos encontrado al Mesías”. Pero esta experiencia también ellos la pueden compartir con nosotros, pues muchos de ellos en su tierra de origen escucharon al voz de Dios, se encontraron con el Mesías y lo quieren compartir.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

martes, 13 de enero de 2009

HOMILIA. BAUTISMO DEL SEÑOR

BAUTISMO DEL SEÑOR (11-I-2009)

Ritos de purificación los encontramos en muchas culturas, de ayer y de hoy. El sentimiento de impureza está muy arraigado en el corazón de la humanidad y los hombres buscan purificarse, lavarse, quedar limpios y para ello, nada mejor que el símbolo del agua.
Jesús no necesitaba purificarse, pero también se acerca para sumergirse en el rito, que desde su muerte y resurrección adquiere un nuevo significado. Nos sumergimos en su muerte y resurrección, para nacer a una nueva vida.
El símbolo del agua es muy potente. El agua es vida, pero también es muerte. Y esto es lo que se realiza y simboliza en nuestro bautismo morimos al pecado, a la maldad, al hombre viejo, dirá el apóstol Pablo, para resucitar al hombre nuevo, a la gracia y a la vida del Espíritu del Resucitado.
Al evangelista Juan le gusta jugar con los símbolos y nos recuerda que del costado de Jesús salió agua y sangre. Y hoy en el texto de su carta nos recuerda “al que vino con agua y con sangre. No sólo con agua, sino agua y sangre y el Espíritu da testimonio…”
¿Qué sería de nuestra vida sin el agua que nos sostiene y la sangre que riega nuestras venas y el espíritu que hace posible el oxígeno para la vida? De lo material nos elevamos hacia lo espiritual y somos capaces de descubrir que nuestra vida pende de un hilo: agua, sangre, espíritu. Es decir, pende de Dios.
El domingo pasado hablábamos de la Palabra con la cual se hizo todo. Hoy el profeta Isaías nos ofrece una imagen agrícola que nos habla de la lluvia y la nieve que empapan la tierra y que no regresan al cielo sin antes haber fecundado la tierra y hacer germinar la semilla que da pan al sembrador. Así será mi palabra, dice el Señor, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
Leído el texto desde la muerte y resurrección de Cristo no podemos menos que pensar que esta Palabra de Dios, es Jesús de Nazaret, el hijo d María, el hijo amado del Padre, a quien se nos invita ha escuchar, según el evangelista Mateo.
Agua, Sangre y Espíritu nos recuerdan los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Eucaristía, Confirmación. Ello nos une a Cristo a quien tenemos que escuchar y seguir. A la vez compartir con los demás. La vida en Dios cuando más se da más crece, a pesar de la increencia, o el materialismo que nos envuelve el cristiano sabe que más allá de todo lo que vemos y pasa está el Espíritu de Dios que nos llama a vivir íntimamente en Él

P. Miquel Bonet Nicolau C.R..

domingo, 4 de enero de 2009

HOMILÍA PARA EPIFANÍA 2009

REFLEXIÓN SOBRE LA EPIFANÍA.
Una luz nos ha guiado y nos hemos encontrado para formar un solo pueblo, una comunión de vida, respetando nuestras diferencias, muy unidos con los sentimientos de respeto al hombre, no es en la uniformidad que está la hermosura de las cosas sino en la diversidad y armonía. Los creyentes en Cristo Jesús desde su muerte y resurrección hemos comprendido el gran misterio o sacramento que hay en todo hombre, que lleva esculpida en su vida la imagen de Dios. No, no hay fronteras para la fe en Cristo. No hay otro obstáculo que impida al hombre aceptar a Cristo como norma de su vida, que su propio pecado, pero este también es superado por la gracia de Cristo. Todo hombre que con sinceridad busca la verdad y se deja guiar por sus destellos, esta luz un día más o menos lejano, más o menos cercano, esta luz le iluminará y descubrirá una realidad más profunda que la que puedan tocar nuestras manos científicas, una realidad que está muy por encima de todos los cálculos humanos y que es la realidad de Dios, que quiere estar cerca del hombre, aunque muchos hombres vivan como si Dios no existiera. Si el hombre tiene la valentía de seguir los destellos de la luz de Dios que salen de la historia y de las realidades terrenas podrá descubrir a este Dios que respeta profundamente al hombre en su libertad, y que no lo violentará en nada, es cada uno, cada hombre en su libertad que tendrá que ponerse en marcha, seguir la estrella y aceptar, o rechazar la realidad a que ella le ha guiado. Es maravilloso eso de seguir a Cristo. Es maravilloso eso de sentirse hermano de todo hombre. Es maravilloso eso de que Dios, en Cristo, nos haya manifestado el gran valorn que tiene el ser humano. Ser cristiano es tener a Cristo como norma de vida, es seguir a Cristo, y esto no está reservado a una nación, o un pueblo, sino que somos hombres y mujeres, niños y adultos de todos los pueblos que podemos descubrirle y seguirle. La fe en Cristo, en Dios hecho hombre, no tiene fronteras. Dios hecho hombre, para que el hombre descubra en el hombre a Dios. Dios que se da e invita al hombre que sólo dándose encontrará la plenitud y sentido de su vida. En los Magos de Oriente estamos simbolizados todos. Todo ser humano puede dedscubrir la estrella y decidirse a seguirla. Ella le puede llevar al núcleo fundamental de la fe, que es la muerte y resurrección de Cristo Jesús.
P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

viernes, 2 de enero de 2009

HOMILIA. SEGUNDO DOMINGO D. DE NAVIDAD.4-I-2009

SEGUNDO DOMINGO DESPUES DE NAVIDAD (4-I-2009)

El texto evangélico que proclamamos hoy termina con estas palabras “A Dios nadie lo ha visto jamás, Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” Es decir no lo hemos visto, pero lo podemos conocer, gracias al “Dios Hijo único, que “nos lo da a conocer.
¿Quién es este Hijo único? Pues aquel que nos presenta el mismo evangelista como la Palabra por la que se hizo todo lo que existe. Es aquel mismo que otro Juan, llamado el bautista, nos presenta como el que viene detrás de él, pero que existía antes.
Seguimos en el gran misterio en que hemos creído los cristianos. Lo que llamamos Dios hecho hombre, en Jesús de Nazaret, el hijo de María y al que reconocemos como Hijo de Dios. “engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho”.
Para nosotros, los cristianos, es la razón de todas las cosas. La Palabra, que da vida a todo lo creado, pues él es la Vida.
¿Qué sería del mundo sin la Palabra, sin la comunicación, sin la comunión? El gran misterio, y entiendo misterio, no como algo incomprensible, sino como “un signo o sacramento” que hace referencia a una realidad que está más allá de lo que vemos, oímos o expresamos. Es decir, me puedo acercar al hecho histórico de un hombre, Jesús de Nazaret, pero más allá del hecho histórico vislumbro, me conecto, me pongo en comunión de fe con aquellos que le reconocieron como el Mesías, el esperado a lo largo de los siglos, aquel que “aplasta el mal”. Descubro en él al que todos los hombres esperan. Y me adhiero por la fe.
Una carta dirigida a los Hebreos, y que aceptamos como Palabra de Dios nos recuerda que “de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros Padres, en esta etapa final nos ha hablado por su Hijo”.
Esta es la osadía que tuvieron aquellos que siguiendo a Jesús en sus enseñanzas y que le vieron condenado y colgado en la cruz, lo descubrieron “resucitado” lleno de Vida, porque Él es la Vida, es la Palabra del Padre, la comunión con la humanidad.
A esta osadía nos unimos los cristianos de todos los tiempos. Hay otras creencias, hay otras visiones del mundo y de la vida. Pero esta es la nuestra que queremos compartir con todos los hombres que quieran escucharnos.
Pero, en el fondo, es cuestión de creer, de saber ver más allá de lo material y de entrar en comunión con este sentido de la vida: “Dios, tan amigo del hombre, que no sólo le llama a la existencia, sino que se hace hombre, para enseñarle, a todo hombre, el camino que lleva a la vida.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.