sábado, 19 de noviembre de 2011

FESTIVIDAD DE CRISTO REY. 20-11-11

Hola, Miguel

Tocas un tema muy actual. No hay que dar tanto pescado como enseñar a pescar.
Mucha gente se ha asentado en la pobreza para que otros trabajen por ellos; el ser pobres les da derecho a pedir y a robar si es preciso. Dar lástima es rentablen y muchos han hecho de la pobreza su modo de vivir y no quieren salir de ella; ésto supondría esfuerzo y riesgo.

Pero también hay quien vive a costa de dar limosnas. Es hacerse intermediarios entre los eternos pobres y la sociedad rica con algún escrúpulo o sensibilidad.

Mentalizar a la gente de que debe salir de su pobreza o miseria para producir y colaborar en la construcción de un mundo nuevo es más difícil, pero es el camino más sólido. Ayudar a cambio de un esfuerzo y colaboración; deben prepararse y trabajar con la ayuda necesaria y con los medios necesarios que los dignifiquen. A los pobres no hay que darles migajas y miseria, sino posibilidades para superarse con su esfuerzo y colaboración.
Nos falta tomar más conciencia de que ya somos parte de este Reino de Dios, donde Él reina, aunque muchos no le ven ni reconocen este Reino. Los Cristianos deberíamos tener claro que éste es nuestro reino y como ciudadanos de él nos deberíamos comportar. Los religiosos estamos consagrados para dar testimonio con nuestra vida de este Reino ya presente en este mundo de una manera especial aunque no exclusiva.

Prediquemos este Reino de Dios y su justicia; lo demás nos vendrá por añadidura.

Un abrazo

Pedro Pascual CR



CRISTO REY

En boca de Jesús encontramos una y otra vez la invitación a convertirnos, porque el Reino de Dios está cerca. Muchas de sus parábolas hacen referencia al Reino: Es como un tesoro escondido… como un grano de mostaza… como levadura en la masa…
Jesús nos anuncia la cercanía del Reino, a la vez que nos invita a pedirle al Padre: “Venga a nosotros tu Reino…”Este Reino que en otra ocasión, dice, está entre vosotros. Otra vez que él ve que le buscan para hacerlo rey, se escabulle, porque es rey, pero su Reino no es según las categorías de este mundo.
Y con todo el salmista, y nosotros con él cataremos que es un Reino de vida, de verdad, de justicia, de paz, de gracia, de amor. Un reino universal y eterno. ¿Nos sirven estos valores del Reino, aunque no sea de este mundo?
En el evangelio que proclamamos este domingo, en el que podemos identificar el Hijo del Hombre, con el “Rey del Universo”. Una de las cosas que siempre me han llamado la atención es que aquellos que hacen el bien, no tienen clara conciencia de que están sirviendo al Señor de la Vida, como tampoco parecen ser concientes aquellos que dejan de hacer el bien. Es como si en nuestro quehacer de cada día nos jugáramos la entrada o no en la vida eterna.
¿Cuándo te vi hambriento y te di de comer? o ¿Cuándo te vi hambriento y no te di de comer?.
Nuestro Rey y Señor, quiere ser reconocido, y servido en el necesitado, y todos somos necesitados.
Me decía el otro día una persona que ella quería las cosas directas y sin rodeos, que el empezaba a leer los libros por el final. Sí, tal vez hay demasiado pragmatismo en nuestras vidas, “tragamos” más que asimilar, vamos perdiendo la capacidad de vivir los detalles y el encuentro con el otro. Tal vez no basta alimentarlo físicamente, sino también espiritualmente, no basta vestirle con un buen abrigo, sino también darle un poco de cariño…
No está en el evangelio, pero sí en la Doctrina de los Apóstoles, aquella sentencia: Que sude en tus manos la limosna hasta que sepas a quien la das”.Sabia sentencia. ¿Ayuda mi limosna material para que el pobre se sienta reconocido como persona y rehabilitado de su postración o es un instrumento para hacer pobres de por vida? ¿Cómo superar lo que hoy se llama pobreza estructural?
Son mis interrogantes de los que os hago partícipes. Creo que es mucho más comprometedor acompañar al necesitado, dedicarle tiempo y entre los dos encontrar una salida para superarse. No es fácil lo se.
En cierta ocasión fui testigo de cómo unos voluntarios atendían a unos indigentes que acudieron a buscar una manta para abrigarse por la noche, aquellos buenos voluntarios los conocían, más de una vez habían acudido por lo mismo, pero no les regañaban, sí se interesaban por cada uno de ellos y lo hacían con amabilidad y aquellos indigentes se sentían acogidos.
Se nos va complicando la sociedad y al vagabundo e indigente habrá que darle pan y abrigo, pero también un poco de cariño.
¡Cuántas sorpresas habrá en el examen final!
¿Cuándo, Señor Jesús, te vi hambriento y no te di de comer?

P. Miguel Bonet C.R.