jueves, 5 de marzo de 2009

II DOMINGO DE CUARESMA. 8-II-2009

II DOMINGO DE CUARESMA 8-III-2009

El domingo pasado el apóstol San Pedro nos recordaba “el símbolo del bautismo que actualmente nos salva”. Sí, también hoy actúa en nosotros la fuerza del Espíritu que nos salva y nos invita a caminar y a seguir transformándonos o con-formarnos a la imagen de Cristo, el Hombre nuevo.
Encontrarnos con Cristo, la nueva humanidad es nuestra tarea, escuchar su palabra, seguir sus pasos, obedecer la voluntad del Padre, como lo hizo Él.
Por cierto hace años que leí un artículo sobre la obediencia, ya no recuerdo donde, pero me llamo mucho la atención la etimología de la palabra “obediencia”, el autor la hacía derivar del latín: “ob- audire”, algo así como escuchar con atención. Es tal vez lo que nos hace falta: Saber escuchar con atención al Otro. Porque muchas veces oímos lo que queremos oír, más que lo que se nos dice, y lo importante es lo que se nos dice. Y si no prestamos atención a lo que se nos dice “no podemos ser obedientes”, es decir realizar lo que se nos dice.
En este domingo, entre otras cosas “se nos quiere decir” que Dios no quiere sacrificios humanos, el quiere “sacrificios de alabanza y que se invoque su nombre”. Los almos con los profetas repiten muchas veces que Dios no quiere sacrificios ni holocaustos, sino misericordia y conocimiento de Dios.
Hay que prestar atención a lo que Dios me dice. La proclamación de la Ley de Dios empieza precisamente con esta invitación: “Escucha Israel, no tendrás otro Dios fuera de mí.
Sabemos que era “normal” sacrificar los primogénitos a los dioses, pero el Dios de Israel se manifiesta contrario a está práctica, según la narración que hemos escuchado de la hitoria de Abraham e Isaac. Esta narración leída desde el nuevo testamento, desde la muerte y resurrección de Cristo toma otra dimensión: Dios es Vida y quiere la Vida.
Hay muchas cosas que todavía no terminamos de entender, pero vamos intuyendo que Dios ha tomado partido por la vida del hombre. Dios está de parte de una nueva humanidad y nos lo manifiesta a través de la humanidad de su Hijo, Jesucristo. El mismo con su humanidad glorificada intercede por toda la humanidad.
Toda la fuerza del espíritu y de la Ley se concentra en Jesús. En el Hijo amado del Padre a quien se nos invita a escuchar, a obedecer. Escucharle a Él con “atención” y a caer en la cuenta de que “ha entregado su vida para que yo descubra la vida y tenga vida.
El tiempo de cuaresma es propicio para escuchar la Palabra de Dios, para meditar sobre nuestro compromiso cristiano, para orar con más intensidad y no cerrar nuestro corazón a la necesidad del hermano, ejercitar nuestra solidaridad.
Nosotros, a veces, tampoco entendemos de inmediato, pero el tiempo nos puede hacer caer en la cuenta y entender cosas que no siempre entendimos. Lo importante es confiar es este Dios que nos quiere y que se ha manifestado en la Humanidad de su Hijo, Jesús de Nazaret.
Nuestra transformación humana también tiene que pasar, a veces, por la incomprensión, por la renuncia y la muerte a muchas cosas que no nos llevan a la vida, sólo podemos llegar a un estilo nuevo de vida desde el cambio de vida, simbolicamente, desde la muerte.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

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