viernes, 20 de febrero de 2009

HOMILIA 22-II-2009. T. O. C.B

DOMINGO VII. T.O.C.B. 22-II-2009

Expresiones que se repiten: “Ya nadie se confiesa”. “Yo me confieso y le pido perdón a Dios”.
No cabe duda de que hay una crisis del sacramento de la confesión. Pero como también se dice, puede que la crisis vaya envuelta con la crisis de valores morales. En otro tiempo se tenía bien claro lo que era bueno y lo que era malo. Pero en las sociedades tan plurales los límites entre una cosa y otra ya no son tan claros. En otro tiempo, también se dice, todo era pecado ahora ya nada es pecado. Aquí puede estar la raíz de todas las crisis, en la pérdida de sentido del pecado. En la falta de fe.
Podríamos hacer hoy una lectura espiritual del evangelio que se proclama en este domingo.
“Viendo Jesús la fe que tenían”, no es sólo la fe del paralítico, sino también de los acompañantes, de la comunidad, aunque el beneficiario de la fe, es el enfermo, o el pecador. Y Jesús se dirige a él como a “hijo”, tus pecados quedan perdonados. Y si recordamos que según la tradición del Génesis el “pecado es la causa de todos los males” lo importante era curar el pecado, que paraliza, que rompe la comunión con Dios y los hermanos. Lo recordábamos el domingo pasado esta creencia tan arraigada en la sociedad de unir las desgracias a la mala vida del hombre o de la humanidad.
Los fariseos piensan, como muchos también hoy: Sólo Dios puede perdonar pecados. Y es verdad, pero este poder lo ha puesto en manos de los hombres.
La oración que identifica a los cristianos, entre otras cosas dice, dirigiéndose al Padre, perdónanos, como nosotros perdonamos, es decir nosotros ponemos medida a nuestro perdón de Dios, pero fijaos, también, que la oración es en plural, es la comunidad, son los discípulos del Señor que nos dirigimos al Padre, claro que uno tiene que tener una relación personal con Dios, como lo hace Jesús, pero sobre todo los cristianos no podemos desligarnos de la comunidad, es ella que nos alimenta y alimentamos con la fe. También Jesús nos recuerda que “la medida que usemos con los demás, la usarán con nosotros”.
Si bien San Juan en su 1ª Carta nos invita a “perdonar como hemos sido perdonados.
El evangelista Marcos termina el relato diciendo que la gente ante el hecho daba gloria a Dios y San Mateo añade. “Por haber dado tal poder a los hombres”, ¿Qué poder ha dado Dios a los hombres? El de perdonar los pecados.
Hablamos de cosas muy delicadas, muy profundas que tocan el núcleo de cada ser personal, pero también de la vida de la comunidad. Uno no podría estar confesándose cada semana y seguir sin perdonar al que le ha ofendido. No deberíamos rezar “tantos padrenuestros”, si no estamos dispuestos a perdonar “una y otra vez” las ofensas del hermano. Pidamos que se nos perdone, pero tengamos la valentía de “perdonarnos” y de perdonar
También, el profeta Isaías nos recuerda en este domingo. “No recuerdes lo de antaño”, lo pasado, pasado está. “Yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes, y no me acordaba de tus pecados”. ¿Nos lo creemos que en el sacramento de la reconciliación se nos perdonan los pecados? Pues desde esta nueva situación vivamos la novedad de la vida. Borrón y cuenta nueva.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

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