martes, 5 de mayo de 2009

HOMILIA IV DOMINGO DE PASCUA. 3 DE MAYO 2009

IV DOMINGO DE PASCUA
Aunque vivamos en la gran ciudad y la vida nómada y pastoril no forma parte de nuestra experiencia, la imagen del buen pastor no nos resulta tan extraña. Sabemos lo que significa dar la vida por los amigos, arriesgarse por las personas que amamos.
Jesús, se nos dice en la parábola, no es un asalariado que espera el final del día para percibir su salario y que poco le importa lo que lleva entre manos. Jesús es el buen pastor, porque lleva a buen término la función de cuidar lo que es suyo, lo que el Padre le ha confiado. Pastor y rebaño forman una unidad. Hay un conocimiento y reconocimiento mutuo. Una relación personal con cada uno. Podríamos aplicar al buen pastor lo que canta el salmista: Señor tu me sondeas y me conoces, cuando me siento y me levanto, todas mis sendas te son familiares.
Sí, él nos conoce, antes de que llegue mi palabra a mi boca, tú, Señor ya la sabes. Y porque nos conoce quiere guiarnos en donde podamos gozar de la vida, donde podamos alimentarnos y encontrarnos a gusto.
Peligros no nos faltan, la convivencia no es fácil, el lobo está al acecho para lanzarse sobre la presa, la más débil para conseguirla. Pero el buen pastor sabe también de toda esta realidad, ha pasado por la experiencia del rebaño, él se hizo cordero “y enmudeció cuando lo llevaron al matadero” y sabía que su vida entregada iba a llenar de vida a todo el rebaño.
Y porque nos conoce y sabe de los riesgos que corremos nos envía su Espíritu Defensor. El Espíritu que habita en nosotros para fortalecer la debilidad de nuestra carne,.
Jesús es el buen pastor que se entrega por nosotros y para nosotros y no olvidemos todos los mensajes que nos ha dado, entre otros, “así como yo os he amado, amaos los unos a los otros.
Es verdad que los sacerdotes deberíamos reflejar, en nuestro servicio, la imagen del buen pastor, y que no siempre lo conseguimos, pero nuestra fe nos dice que a pesar de la debilidad humana y en la persona del sacerdote presidiendo la comunidad es el mismo Cristo que actúa a favor del rebaño.
Pero no olvidemos que cada cristiano viene obligado a reflejar a Cristo, como buen pastor, amando como Él nos amó.
Citando de memoria San Agustín solía decir a sus feligreses, como bautizado soy igual que vosotros vivo en mí la dignidad de Cristo, pero en cuanto obispo tengo un encargo que cumplir estar totalmente a vuestro servicio para llevaros a los pies de quien es el buen pastor, Cristo Jesús.
Hagamos nosotros otro tanto desde el lugar que ocupemos en la sociedad y en la comunidad.

P. Miquel Bonet Nicolau C.R.

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